El pasado 14 de abril, en Nigeria, 200 niñas que estudiaban en la escuela fueron secuestradas por la secta radical islámica Boko Haram, y obligadas a vestir la vestimenta típica islámica y recitar fragmentos del Corán.
El ejército nigeriano y el gobierno ha intensificado su búsqueda, al igual que varios países más, y han optado por negociar con ellos, intercambiándolas por terroristas encarcelados, si es necesario.
Los terroristas enviaron un vídeo en el que las niñas vestían las ropas islámicas y recitaban fragmentos del Corán, y uno de los secuestradores explicaba su secuestro como una defensa del Corán, ya que las niñas no deben estudiar, sino ser madres y cuidar de la casa, todo ello con un arma en la mano y señalando a la cámara en tono amenazante.
Este hecho es claramente consecuenia del fanatismo religioso islámico, el cual, como he explicado en entradas anteriores, se trata de una educación dada así a estas personas.
Si analizamos el perfil de estos secuestradores, todos son islámicos, y por tanto fanáticos, dada la gravedad del asunto.
Mercedes Ruano Campos
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